Lady Mery Rose necesita un acompañante by Bethany Bells

Lady Mery Rose necesita un acompañante by Bethany Bells

autor:Bethany Bells [Bells, Bethany]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-26T00:00:00+00:00


Capítulo 8

Hacía mucho que no iba por allí, pero el parquecillo de Lockefort era tan bonito como Darney recordaba.

Durante unos minutos, se dio el lujo de pasear con Mery Rose del brazo, sin mayor intención que la de disfrutar del momento. ¡Resultaba tan agradable, estaba todo tan lleno de paz! Ella también debía sentirlo así, porque caminaba sin prisas, contemplando con expresión complacida cuanto veían a su alrededor: los bonitos bancos de hierro forjado, dispersos entre grandes parterres de flores de muchos colores, y unos pocos árboles dispersos, casi todos de especies distintas.

A esas horas, había ya muy poca gente por allí, solo algunas madres con niños, en un par de casos acompañadas de niñeras, y una pareja en la que el hombre, un padre atractivo, dedicado y atento, llevaba de la mano a su retoño de unos tres años. No supo a quién envidiaba más, si al padre o al hijo. A los dos, supuso. Se notaba lo mucho que se querían.

—Qué agradable sería formar parte de una estampa familiar semejante ¿verdad, MeryRo? —⁠murmuró, sin darse cuenta.

La joven lo miró de reojo. Seguramente se percató de lo que pasaba por su cabeza. Ella, pese a todo, había tenido a sus hermanos. Pero Darney había estado solo, había sufrido en soledad aquella infancia vacía y triste que lo había llevado a aquella juventud descontrolada, en la que lo había quemado todo buscando algo o huyendo de algo, no estaba seguro.

—Nada te impide tenerla —replicó, con suavidad.

¿De verdad? Una familia feliz, con alguien como Mery Rose a su lado. Ellos dos, y un niño de rizos negros y risa alegre, con los grandes ojos verdes de su madre. ¡Y una niña, sí! Una niña preciosa como la que tenía Bram, esa que tanto le envidiaba.

—Sí me había fijado en ti, pero no como te hubiera gustado —⁠reconoció de pronto, dejando volar su mente⁠—. Lo siento, MeryRo, me temo que me gustaban todas las jovencitas, incluso las mujeres adultas. Me gustaban todas porque buscaba desesperadamente que me amaran, que me quisieran. Pero no amar, eso no. Eso me asustaba. No sé, quizá porque no sé hacerlo, en realidad nunca me enseñaron.

Ella pareció reflexionar sobre lo escuchado.

—Comprendo. ¿Y por qué nunca intentaste nada conmigo?

—Por muchas razones, supongo. Una, que siempre has sido alguien muy querido para mí, y hay cosas que es mejor no estropear. Otra, que seguramente ya intuía que, con alguien como tú, enamorarme hubiera sido inevitable. —⁠Ella le lanzó una mirada profunda, mientras parecía contener la respiración⁠—. Pero sobre todo, lo admito, porque estaba Bram, que me advertía siempre que no me acercara a sus hermanas o me rompería la nariz. Una vez me vio mirarte, mientras tú leías un libro, y estuvo a punto de cumplir semejante promesa.

Mery Rose arqueó una ceja.

—Pues eso no pareció detenerte, a la hora de acostarte con Roseanne.

Darney ahogó una risa seca.

—MeryRo, ya deberías saber que yo no decidí aquello, lo hizo tu hermana.

—Qué comentario más poco caballeroso.

—Lo negaré ante cualquier otro, pero es cierto.



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